martes, 12 de junio de 2012

16.- Psicoterapia Zen y Existencialista

  • Psicoterapia Zen y Existencialista

La Psicoterapia Zen es una práctica que combina ciencia, afecto y espiritualidad. Es muy beneficiosa para quienes atraviesan crisis vitales y personales, trastornos depresivos y ansiosos, o condiciones clínicas que afectan la calidad de vida. En esta nota, una propuesta que aborda los problemas humanos de un modo compasivo y pacífico.
La Psicoterapia Zen, es una psicoterapia cognitivo existencial, que busca no sólo enfrentar las dificultades actuales de cada persona, sino crear una nueva mirada de su vida cotidiana. 

Pero al mismo tiempo, 
las rutinas generan dos consecuenciasla primera, que podríamos llamar utilitaria, es que nos permite continuar con la “máquina” vertiginosamente en marcha hacia “delante” e intentar ser “exitoso”, “triunfador”, etc.La segunda consecuencia es una sensación de disconfort o de que “nuestra vida se nos va sin ser dichosos y sin cumplir con lo que queremos para sentirla propia y con sentido”.

Por ejemplo: en nuestra experiencia, no menos del 70 % de las personas laboralmente activas continúa pensando en sus obligaciones laborales al menos los 4-5 primeros días de haber iniciado sus vacaciones. Un porcentaje menor pero en crecimiento nunca “termina” de estar de vacaciones. Esta es una muestra clara de que cuando desaparecen las rutinas (o terminadas relaciones o actividades) emerge lo que se hallaba en el fondo.

La sensación de vacío existencial

En Psicoterapia Zen intentamos enunciar esta sensación de un modo sencillo y práctico, llamando vacío existencial a la íntima sensación que una persona (sin un desorden de salud mental al que se le pueda adjudicar esa sensación) tiene de asistir a la marcha y el presente de su vida como muy alejadas de sus propias esperanzas y felicidad personal; por un período relativamente largo de su vida (tres o más meses).

¿Se puede hablar de síntomas específicos del vacío existencial?
Basados en la definición previa podemos encontrar evidencias o síntomas específicos de vacío existencial, que pueden ser referidos por el propio paciente (“no entiendo adónde voy”, “no le encuentro lógica a mi vida”, etc.) y /o por detectados por parte del terapeuta.

Algunos indicadores (aunque nunca exclusivos de pérdida del sentido de la vida o vacío existencial) son: desgano, pérdida de la capacidad de sentir placer, indiferencia, sensación de que el tiempo pasa y se han dejado de lado los deseos propios de realización personal, alteraciones en el sueño, búsqueda constante de cambio (de vivienda, trabajo, pareja, etc.), disminución de la autoestima, desesperanza, nihilismo, etc.

¿Qué es la Psicoterapia Zen?

La Psicoterapia Zen puede ser útil para todas las personas con independencia de su edad, género, inclinación religiosa u otras variantes individuales. En la Psicoterapia Zen abordamos los problemas humanos desde varios ángulos y procedimientos, de un modo compasivo y pacífico.

Se intenta generar un ambiente propicio, dentro de un marco altamente profesional, no sólo para enfrentar los problemas actuales de cada paciente sino además crear una nueva mirada en la vida cotidiana del mismo.

Acerca de Psicoterapia Zen
La propuesta de la Psicoterapia Zen basada en el Budismo produce una combinación práctica y lógica del espíritu del Budismo con sistemas terapeúticos hoy aprobados. Más de 4000 personas han sido tratadas con gran eficacia por este sistema. Entre estos pacientes hay mujeres y hombres de diferentes credos o ateos y diversos en edad, nivel educacional, socio-económico y de preferencia sexual.
La psicoterapia basada en el Budismo:

1. Intenta la transformación de las creencias erróneas y sin basamento lógico - que constituyen fuentes importantes de nuestro sufrimiento- en un modo de vincularse con la vida racional, práctico y agradable.
2. Permite que la necesidad humana de trascendencia encuentre un espacio de respeto y apreciación.
3. Enseña y educa en la práctica de la compasión y la paciencia del paciente para con sí mismo y para con los demás.
4. Desarrolla en el paciente un modo respetuoso de ver y aceptar su diversidad y la de los demás.
5. Explora y diseña nuevos paradigmas de progreso, éxito, responsabilidad y objetivos a ser alcanzados en la vida.
6. Ayuda a lograr el desapego por todo tipo de codicia, generando un inmediato cese del sufrimiento en todas sus variantes.
7. Comprende y promueve todo tipo de actividad recta que permita una vida con plena libertad.
8. Integra en su práctica cotidiana todos los avances técnico-científicos de la Medicina, Psicología y la Psicopedagogía.

15.- Terapia Semantica

Terapias Semánticas


Una de las “revolucionarias” técnicas del Conde es “la pausa semántica”, que consiste nada menos que en contar hasta diez antes de decir o hacer una barbaridad. Se propuso erradicar el racismo, convenciendo al racista de que lo que haga o diga este o aquel individuo no vale para los restantes miembros de su grupo, etnia o religión. Algo que sería maravilloso, si funcionara.

Una de las primeras aplicaciones de la terapia semántica fue el tratamiento de las neurosis de guerra entre los refugiados de la Segunda Guerra Mundial. Pero también existieron las aplicaciones a la política. Como afirma Steven Lewis en la página oficial de General Semantics, Arafat 1970 no es la misma persona que Arafat 2000, de manera que puede ser alternativamente aliado o enemigo. Ahí es cuando uno empieza a entender la semántica pentagonal. Si indexamos a Kadafi, por ejemplo, descubriremos cómo el terrorista de antaño ha pasado a ser un fiel aliado de los intereses occidentales. Está claro que Osama bin Laden no tiene nada que ver con el Bin Ladin Group y que el Osama bin Laden que luchaba por la libertad junto a Rambo en Afganistán se ha vuelto con el andar del tiempo y la indexación semántica en la última encarnación del Mal. 
El finado Marcuse quizás habría trabado contacto con algún avatar de la GS, cuando contaba, en El hombre unidimensional, cómo los expertos en relaciones humanas acostumbraban a desactivar los reclamos sindicales. Cuando los delegados obreros protestaban porque los sanitarios de la fábrica estaban sucios, el experto los convencía de que estaban haciendo apreciaciones intencionales y hablaban de abstracciones inexistentes. “Lo que ustedes quieren decir es que el día Tal a Tal hora la tercera letrina de la derecha estaba obstruida con papeles.” “Los baños no existen, existe este, ese o aquel baño.”
Estos efectos perversos de su teoría no habrán sido previstos por el Conde ni entran en la consideración de Martin Gardner, quien se limita a escribir sobre seudociencias. A su criterio, que a esta altura parece bastante plausible, la Semántica General no es estrictamente una seudociencia, a pesar de sus tendencias mesiánicas y de cierto culto de la personalidad. Si bien sus contenidos son en general científicos, no hay nada original en ellos, y en los últimos cincuenta años no han sufrido ninguna evolución. En todo caso, será una ciencia estéril, lo cual es bastante grave, ya que el principal valor de una hipótesis (aunque fuera errónea) es la fecundidad; su capacidad para promover nuevos cursos de investigación.



14.- Biblioterapia

Biblioterapia

La biblioterapia es una disciplina que inicialmente utiliza la relación de las personas, con la forma y el contenido de libros, como recurso terapéutico. La biblioterapia, así basada en la poesía y otras palabras escritas, es combinada usualmente, con la terapia a través de la escritura. Como una práctica general sanadora, la biblioterapia asume que la lectura tiene buenas propiedades.
Revisando definiciones de biblioterapia, encontramos una definición muy acertada realizada por Caballo y Buela-Casal (1991) explicando que se trata del “empleo de materiales escritos (manuales de autoayuda) para ayudar a los pacientes a modificar su conducta, sus pensamientos o sus sentimientos”. 
No obstante, como es evidente, no suele aplicarse a todos los pacientes ni en todo tipo de trastornos o problemas (Feixas y Miró, 1993); tampoco se refiere únicamente a la lectura de determinada bibliografía, recomendada por el terapeuta sobre el tema problemático, sino que también implica comentarios adicionales a dicha lectura debatiendo, los contenidos de la lectura y sus interpretaciones, con el terapeuta (Cobos y Gavino, 2006; Fortkamp, 2005; Gold, 2008; Cantero y Moruno, 2005).
La biblioterapia se utiliza sola o como parte de un conjunto de técnicas (Cobos y Gavino, 2006); puede realizarse de forma individualizada o de forma grupal y es un método cada vez más utilizado en los tratamientos de depresión, relaciones de pareja, autoestima, duelo, prevención y tratamiento del “burnout” (Gold, 2008); como apoyo en el TDC (Trastorno Dismórfico Corporal) (Rosen, 2002); algunas personas con conductas de riesgo o con TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria) pueden tomar mayor conciencia de sus alteraciones (Sevillano, 2001); los trastornos sexuales de la mujer  (Hyde, 1995); se ha aplicado con éxito en problemas en la relación sexual, control de la conducta disruptiva de los hijos, enuresis y sobrepeso (Cobos y Gavino, 2006); en el caso de adultos con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad), es recomendable junto con la psicoeducación y el entrenamiento en habilidades específicas (Frances y Ross, 2002); a quienes se les ha diagnosticado recientemente algún trastorno y a sus familiares les puede resulta útil para comprender mejor la naturaleza del trastorno (Brown, 2003); puede ayudar al paciente a adquirir mayor conocimiento acerca de las AVD (Actividades de la Vida Diaria) y cómo llevarlas a cabo, o para tomar conciencia de la importancia de realizar determinadas actividades como hacer ejercicio de forma regular o adoptar otros hábitos saludables (Cantero y Moruno, 2005).
Según Cobos y Gavino (2006), “se recurre a ella cuando uno de los problemas del cliente es la falta de información y se considera que al leer sobre el tema se le van a aclarar dudas y solucionará su problema, ya que la persona no realiza la conducta adecuada, o la ejecuta mal, porque desconoce la manera de llevarla a cabo adecuadamente”.
Siempre he considerado que los libros son una excelente compañía, incluso aunque sean electrónicos (hay que adaptarse al desarrollo tecnológico), nos ayudan en muchos ámbitos de nuestra vida,  para adquirir conocimientos, para desarrollar nuestra imaginación “viviendo” increíbles aventuras aunque sólo sea en nuestra mente, para disfrutar de agradables momentos de ocio, etc., pero en esta ocasión vamos a hablar de una utilidad de los libros que no suele ser tan conocida.
A pesar de aparecer en bastantes manuales de psicología clínica, en algunos citada de pasada junto con otras técnicas y terapias, en otros dedicándole un epígrafe o incluso algún capítulo entero, mucha gente ignora que la biblioterapia se puede utilizar en el tratamiento de algunos trastornos psicológicos, también es bastante desconocida la manera en la que se aplica y cómo puede ayudar no sólo a quienes tienen problemas, sino también a cualquier persona que necesite cierta orientación psicológica para desenvolverse mejor en alguna faceta de su vida (familiar, social, laboral, etc.).
Revisando definiciones de biblioterapia, encontramos una definición muy acertada realizada por Caballo y Buela-Casal (1991) explicando que se trata del “empleo de materiales escritos (manuales de autoayuda) para ayudar a los pacientes a modificar su conducta, sus pensamientos o sus sentimientos”. 
No obstante, como es evidente, no suele aplicarse a todos los pacientes ni en todo tipo de trastornos o problemas (Feixas y Miró, 1993); tampoco se refiere únicamente a la lectura de determinada bibliografía, recomendada por el terapeuta sobre el tema problemático, sino que también implica comentarios adicionales a dicha lectura debatiendo, los contenidos de la lectura y sus interpretaciones, con el terapeuta (Cobos y Gavino, 2006; Fortkamp, 2005; Gold, 2008; Cantero y Moruno, 2005).

Requisitos para utilizar con éxito la biblioterapia

La bibliografía:
La selección de la bibliografía debe ser un espejo donde el individuo vea reflejado el problema existente y busque las soluciones al mismo, aunque hay que tener en cuenta que un libro puede originar distintas reacciones en función de las vivencias personales de quien lo lea y, en ocasiones, puede resultar interesante la asociación de imágenes al texto, como en los cuentos infantiles, por tener un mayor efecto terapéutico (Gold, 2008); ha de ser completa pero breve, para asegurarse de que va a ser leída por el paciente, debe ser sencilla de leer, no ha de ser excesivamente técnica, procurando que sea clara y amena (Cobos y Gavino, 2006).
La bibliografía utilizada puede ser de dos tipos (Gold, 2008):
Especializada o específica del tema.
Ficción: cualquier tipo de género, relacionado o no con el problema del paciente. Resulta mucho más sencillo llegar a identificarse e implicarse con personajes ficticios puesto que, en los cuentos o en las novelas, los conflictos son intensos y personales, pero se pueden ver con cierta perspectiva ya que están distanciados en un tiempo y lugares remotos.
El paciente:
Debe saber leer  y además tener habilidades de lectura que sean adecuadas al nivel de lectura necesario para abordar el manual recomendado y, por supuesto, leer lo señalado por el terapeuta (Caballo y Buela-Casal, 1991; Cobos y Gavino, 2006).
Durante la lectura el individuo puede pasar por una serie de fases como son (Gold, 2008):
Identificación con el personaje y los hechos de la trama.
Involucración emocional con liberación de emociones.
Auto-reconocimiento. Identificación de las posibles soluciones a sus problemas.
Por último, y no por ello menos importante, ha de atender y participar en el debate con el terapeuta (Cobos y Gavino, 2006).
El terapeuta:
Los clínicos deberían estar al día en cuanto a publicaciones que pueden resultar adecuadas a pacientes con diferentes tipos de necesidades, que puedan ser útiles y estar actualizadas (Brown, 2003); determinar las necesidades particulares de la situación, establecer los objetivos de la terapia, seleccionar los libros que reflejen la situación o sentimientos experimentados por el paciente, realizar las selecciones adecuadas al nivel de lectura, fomentar la lectura y la relectura, hablar sobre los sentimientos expresados por los personajes adecuando el lenguaje durante el debate al nivel cultural del cliente y evaluar la consecución de objetivos (Cobos y Gavino, 2006; McCloskey y Bulechek, 2005).
Aplicaciones
La biblioterapia se utiliza sola o como parte de un conjunto de técnicas (Cobos y Gavino, 2006); puede realizarse de forma individualizada o de forma grupal y es un método cada vez más utilizado en los tratamientos de depresión, relaciones de pareja, autoestima, duelo, prevención y tratamiento del “burnout” (Gold, 2008); como apoyo en el TDC (Trastorno Dismórfico Corporal) (Rosen, 2002); algunas personas con conductas de riesgo o con TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria) pueden tomar mayor conciencia de sus alteraciones (Sevillano, 2001); los trastornos sexuales de la mujer  (Hyde, 1995); se ha aplicado con éxito en problemas en la relación sexual, control de la conducta disruptiva de los hijos, enuresis y sobrepeso (Cobos y Gavino, 2006); en el caso de adultos con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad), es recomendable junto con la psicoeducación y el entrenamiento en habilidades específicas (Frances y Ross, 2002); a quienes se les ha diagnosticado recientemente algún trastorno y a sus familiares les puede resulta útil para comprender mejor la naturaleza del trastorno (Brown, 2003); puede ayudar al paciente a adquirir mayor conocimiento acerca de las AVD (Actividades de la Vida Diaria) y cómo llevarlas a cabo, o para tomar conciencia de la importancia de realizar determinadas actividades como hacer ejercicio de forma regular o adoptar otros hábitos saludables (Cantero y Moruno, 2005).
Según Cobos y Gavino (2006), “se recurre a ella cuando uno de los problemas del cliente es la falta de información y se considera que al leer sobre el tema se le van a aclarar dudas y solucionará su problema, ya que la persona no realiza la conducta adecuada, o la ejecuta mal, porque desconoce la manera de llevarla a cabo adecuadamente”.

13.- Psicodrama


El psicodrama.

El creador del psicodrama, lo definió como "un método para sondear a fondo la verdad del alma a través de la acción". Parecería, a partir de esta definición, que el objetivo del psicodrama es terapéutico. De hecho, es más conocido el psicodrama como psicoterapia que en los demás campos. Sin embargo, el objetivo terapéutico es el último que aparece en la historia de la creación del psicodrama. Moreno era ante todo un humanista. La búsqueda de Moreno era la de la espontaneidad y la creatividad. Pero el centro del trabajo de Moreno, estuvo siempre en los grupos. Por una razón muy sencilla: porque el hombre vive en grupos. Trabaja, aprende, juega y se divierte en grupos. El psicodrama es así un método para coordinar grupos a través de la acción, creado a partir de y para los grupos humanos. Su cuerpo de teoría básico es la sociometría que puede ser definida como la ciencia de las relaciones interpersonales. 

El psicodrama cumple todos los requisitos de un método:


- es un camino para abordar un objeto de conocimiento


- es un conjunto de procedimientos que pueden sistematizarse en pasos, técnicas y recursos dramáticos.


- ofrece una trama básica secuenciada.


- se deriva de una teoría con la cual es coherente.



El Psicodrama es un tipo de psicoterapia válida para el tratamiento de todo tipo de trastornos mentales, aunque habrá de usarse cuidadosamente en el entorno de las psicosis, donde habrá que utilizar un equipo de yoes auxiliares bien entrenados. Se puede realizar de forma individual (Psicodrama Bipersonal) y grupal. El Psicodrama se utiliza con niños, adultos, parejas y familias.
A través del Psicodrama logramos que el sujeto alcance una comprensión más profunda de sus emociones y de las consecuencias de estas. Además, la persona conseguirá generar espontáneamente una respuesta distinta a la situación problemática que ha planteado para la dramatización y, poco a poco, aprenderá a dar esta respuesta más adaptativa en la vida real, generalizando el aprendizaje de un nuevo rol.
En resumen, en el psicodrama se utilizan diversas técnicas dramáticas, guiadas por ciertos principios y reglas, y destinadas, según lo requerido por el proceso, a uno o más de los siguientes objetivos psicoterapéuticos principales:
Darse cuenta de los propios pensamientos, sentimientos, motivaciones, conductas y relaciones.
Mejorar la comprensión de las situaciones, de los puntos de vista de otras personas y de nuestra imagen o acción sobre ellas.
Investigar y descubrir la posibilidad y la propia capacidad de nuevas y más funcionales opciones de conducta (nuevas respuestas).

12.- Terapia Gestalt



TERAPIA GESTALT


El Enfoque Gestáltico (EG) es un enfoque holístico; es decir, que percibe a los objetos, y en especial a los seres vivos, como totalidades. En Gestalt decimos que "el todo es más que la suma de las partes". Todo existe y adquiere un significado al interior de un contexto específico; nada existe por sí solo, aislado.
El EG es esencialmente una forma de vivir la vida con los pies bien puestos en la tierra. No pretende encaminar al individuo por el camino de lo esotérico o de la iluminación. Es un modo de llegar a estar en este mundo en forma plena, libre y abierta; aceptando y responsabilizándonos por lo que somos, sin usar más recursos que apreciar lo obvio, lo que ES.
El EG es en sí mismo un estilo de vida; de allí que sea más adecuado denominarlo "enfoque", que es un término más amplio, en lugar de "terapia", que restringe sus posibilidades de aplicación a lo clínico.

BASES DE LA GESTALT                          

El EG ha recibido la influencia de las siguientes corrientes:
·         El psicoanálisis de Freud, retomando y reformulando su teoría de los mecanismos de defensa y el trabajo con los sueños.
·         La filosofía existencial, de la que rescata la confianza en las potencialidades inherentes al individuo, el respeto a la persona y la responsabilidad.
·         La fenomenología, de la que toma su apego por lo obvio, por la experiencia inmediata y por la toma de conciencia (insight).
·         La psicología de la Gestalt, con su teoría de la percepción (figura-fondo, Ley de la buena forma, etc.).
·         La religiones orientales, y en especial el Budismo Zen.
·         El psicodrama, de J.L. Moreno, del que adopta la idea de dramatizar las experiencias y los sueños.
·         La teoría de la coraza muscular de W. Reich.
·         La teoría de la Indiferencia Creativa, de Sigmund Friedlander, de la que extrae su teoría de las polaridades.
El EG no es sólo la suma o la yuxtaposición de las doctrinas y enfoques antes mencionados, sino su integración creativa, su elevación a un nuevo plano, llevada a cabo por FRITZ PERLS, creador del Enfoque Gestáltico.


Existen tres Zonas del Darse Cuenta:
1.   El darse cuenta del mundo exterior: Esto es, contacto sensorial con objetos y eventos que se encuentran fuera de uno en el presente; lo que en este momento veo, toco, palpo, degusto o huelo. Es lo obvio, lo que se presenta de por sí ante nosotros. En este momento veo mi lapicero deslizándose sobre el papel formando una palabra, escucho el ruido de los carros pasando por la avenida, huelo el perfume de una joven que pasa por mi lado, siento el sabor de una fruta en mi boca.
2.   El darse cuenta del mundo interior: Es el contacto sensorial actual con eventos internos, con lo que ocurre sobre y debajo de nuestra piel. Tensiones musculares, movimientos, sensaciones molestas, escozores, temblores, sudoración, respiración, etc. En este momento siento la presión de mi dedo índice, mayor y pulgar sobre mi lapicero al escribir; siento que deposito el peso de mi cuerpo sobre mi codo izquierdo; siento mi corazón late, que mi respiración se agita, etc.
3.   El darse cuenta de la fantasía, la Zona Intermedia (ZIM): Esto incluye toda la actividad mental que transcurre más allá del presente: todo el explicar, imaginar, adivinar, pensar, planificar, recordar el pasado, anticiparse al futuro, etc. En este momento me pregunto qué haré mañana en la mañana, ¿será algo útil, bueno?. En Gestalt todo esto es irrealidad, fantasía. Aún no es el día de mañana, y no puedo saber y decir NADA acerca de ello. Todo está en mi imaginación; es pura y simple especulación, y lo más saludable es asumirlo como tal.

Considerada una psicoterapia humanista con un espíritu holístico. La persona es una unidad formada por cuerpo, mente y emoción que además se relaciona con otras y por tanto hay que tener en cuenta también aspectos familiares, sociales y relacionales.
La terapia Gestalt se interesa más por la experiencia presente que por los recovecos del pasado. Enfatiza la toma de conciencia de lo que ocurre en el aquí y el ahora, en el plano mental, emocional y corporal. No es necesario cavar en antaño, ya que los asuntos pendientes del pasado y los aspectos conflictivos de la personalidad están en el presente pujando para emerger y completarse.

En qué se basa la Terapia Gestalt

La Terapia Gestalt se basa en la noción de autorregulación del organismo. Cualquier organismo sano es capaz de detectar su necesidad y de ponerse en movimiento para satisfacerla. En un proceso de creación y satisfacción de experiencias y necesidades, las personas contactan consigo mismas y con el ambiente para permanecer fuertes, equilibradas y crecidas, cuando estas experiencias y necesidades son interrumpidas y por tanto no llegan a satisfacerse, las personas se tornan fóbicas al contacto con lo cual pierden vitalidad, espontaneidad, capacidad de expresión y van acumulando asuntos inconclusos.
El proceso terapéutico favorece el restablecimiento de la capacidad de contactar, de concienciar aspectos no reconocidos de la personalidad, de rescatar partes alienadas y reapropiarse de uno mismo.

En qué nos puede ayudar la Terapia Gestalt

La terapia Gestalt cubre una función remediativa, al promover la resolución de los síntomas o problemas presentados, pero también es una técnica de crecimiento y desarrollo, al enfatizar el despliegue de actitudes saludables, de autorrealización y de goce de la vida.
La angustia, la depresión, la falta de comunicación, la soledad, el miedo... son estados que bloquean nuestras capacidades para desenvolvernos en la vida de forma equilibrada, saludable y próspera. La Terapia Gestalt nos ayuda a superar estos estados limitantes utilizando diferentes técnicas para tomar consciencia de lo que nos ocurre, liberar emociones bloqueadas y resolver conflictos y asuntos pendientes.

Conclucion

La terapia gestalt es una terapia humanista que nace durante los años 50 como respuesta a las terapias que insistian mucho en el trabajo sobre el pasado (infancia, experiencias pasadas, etc.)

Es un sistema terapéutico totalmente experiencial, desarrollado por un discipulo de FREUD llamado FRITZ PERLS.

"Gestalt" es una palabra que deriva del aleman y no tiene una traducción especifica, pero podriamos definirla como "forma, estructura, configuración, como un todo unificado de todas las partes".

Consiste en una terapia concentrada en el "aquí y ahora", siempre se trabaja en tiempo "presente" (podemos trabajar el pasado llevandolo al presente y observar de que forma nos afecta en el aquí y ahora)y siempre hablando en primera persona, ejemplo: "yo siento que en aquel momento... y me duele en...". 

Es una terapia de contacto con las "emociónes" (darse cuenta en el aquí y ahora, cual es la emoción que me está emergiendo).

La idea de la terapia gestalt es que la persona llegue a ser ella misma, no aquello que no le corresponde o aquello que se espera de ella. Utilizar su propio potencial, ser un lider sin ser un rebelde, que pueda apoyarse en sí misma en lugar de apoyarse en los demás o en las cosas. Ayuda a encarar con honestidad situaciones desagradables (encararnos al dolor y al sufrimiento siendo muy honestos).

Digamos que la terapia gestalt sirve para desestructurar el que hay estructurado (educación recibida) para volver a estructurarlo desde el sí mismo, "SÍ SOMOS, EN LUGAR DE SER LO QUE QUEREMOS SER, ESTAMOS TRABAJANDO CON LA SANACIÓN".

11.- Terapia Familiar


Terapia Familiar

Psicoterapia es "una forma de tratamiento para problemas de naturaleza emocional en el que una persona 
entrenada establece deliberadamente una relación profesional con un paciente con el objeto de eliminar, 
modificar o retardar síntomas existentes, de modificar patrones alterados de conducta, de promover un crecimiento y desarrollo positivo de la personalidad".

"La Psicoterapia familiar es un método especial de  de los desórdenes emocionales. Utiliza un  grupo natural, primario, la familia. Su ámbito de intervención no es el paciente individual aislado sino la  familia vista como un todo orgánico. Su objetivo no es sólo eliminar síntomas o adecuar personalidades al  ambiente en que deben actuar sino más bien crear una  nueva manera de vivir"

Introducción

La Terapia Familiar es una disciplina terapéutica que aborda la intervención y el tratamiento de la familia en su conjunto. Desde el punto de vista sistémico, se suele utilizar el término terapia familiar y de pareja, en tanto se entiende que el objeto de intervención son los sistemas y subsistemas familiares. La terapia familiar se puede desarrollar desde diferentes ámbitos, como el de la psicoterapia (ejercida exclusivamente por psicólogos y psiquiatras), el de la terapia psicoeducativa o pedagógica, que se basa en cambios conductuales a través de la educación en valores y mejora de habilidades relacionales (ejercida tanto por psicólogos como por trabajadores sociales, mediadores, educadores sociales, etc.), o el del coaching vivencial.

Los principales objetivos de la terapia familiar son:

  • La mejora del funcionamiento de la familia a diferentes niveles.
  • El aumento de la comprensión mutua y el apoyo emocional entre los miembros de la misma
  • El desarrollo de estrategias de afrontamiento y habilidades de resolución de problemas ante diferentes dilemas y situaciones de la vida.
  • Problemas de salud, enfermedades físicas y crónicas, en particular
  • Trastornos psicosomáticos.
  • Salud mental infantil y de adolescentes.
  • Salud mental para adultos.
  • Dificultades psicosexuales.
  • Abuso de alcohol y de otras sustancias.
  • Problemas matrimoniales incluida la separación y el divorcio.
  • Acogimiento familiar, adopción y otras cuestiones relacionadas con el ciclo vital familiar y las etapas de transición.
  • Promoción de habilidades parentales y mejora del funcionamiento familiar.
  • Experiencias traumáticas, la pérdida y el duelo.
  • La alteración de la vida familiar debido a conflictos sociales, políticos y religiosos.

Una sesión de terapia familiar por lo general dura entre 60-90 minutos, los intervalos entre sesiones son de una a varias semanas dependiendo de los problemas presentados, las necesidades de los miembros de la familia, la fase del tratamiento y otras variables. Las decisiones sobre estos asuntos se negocian en colaboración con los clientes y con los otros profesionales implicados.
Aunque es difícil de estimar y difiere ampliamente, la duración media del tratamiento en terapia familiar oscila entre la 6 a 20 sesiones.Los terapeutas familiares aspiran a trabajar en un modelo breve y pragmático como un medio de minimizar la dependencia del cliente o paciente en el proceso de ayuda profesional.
En ocasiones los terapeutas familiares, puede elegir y proponer a la familia alternar sesiones con todos los miembros, o con sólo unos miembros (o inclusive individuales), sin perder por ello la visión integral de todo el sistema familiar en su conjunto.Hay ocasiones en las que los terapeutas sistémicos intervendrán en el contexto profesional y / o en las redes sociales de las familias en lugar de centrarse específicamente en la familia nuclear.
La terapia familiar y la práctica sistémica está especialmente indicada cuando el objetivo es mejorar la capacidad de los miembros de la familia para apoyarse mutuamente. Posibilitar que los miembros de la familia puedan usar más eficientemente sus recursos de apoyo puede ser vital para ayudarles a gestionar las fases de transición del desarrollo familiar o los acontecimientos vitales estresantes tales como una enfermedad grave o el fallecimiento de uno de sus miembros.
En general, cualquier situación o problema que afecte a las relaciones entre los miembros de la familia, su funcionamiento y su rol de apoyo, puede beneficiarse de la terapia familiar sistémica. Del mismo modo cualquier problema de un individuo que afecte sus relaciones familiares y sus contextos más amplios se beneficiaría de un enfoque sistémico. Involucrar a otros miembros de la familia de un individuo o de su red social en el tratamiento puede ayudar a evitar la patologización de ese individuo y también a abordar el problema de manera más eficaz.
La terapia familiar puede ser útil en tiempos de crisis y también con respecto a problemas de larga duración. También es efectiva para prevenir problemas como alteraciones del comportamiento, por ejemplo, la deriva hacia la delincuencia o en las crisis de salud mental. Algunas de las cuestiones o situaciones en que una familia podría beneficiarse de la terapia familiar se enumeran a continuación:


10.- Terapias matrimoniales



TERAPIA MATRIMONIAL


La terapia de pareja cognitivo conductual ha mostrado su eficacia de manera empírica (Chambless et al, 1998); sin embargo existen limitaciones (Christensen, 1999) que indican la necesidad de irla mejorando. En este artículo se repasa la situación actual de la terapia de pareja, con las aportaciones que se están haciendo, enmarcando todo ello en una visión de la estructura de la pareja, como ente social y relación diádica, que permite una compresión de los avances que se están dando y aporta indicaciones sobre los caminos que seguirá en un futuro inmediato.

La eficacia de la terapia de pareja cognitivo conductual basada en esos parámetros está ampliamente demostrada de forma empírica (Chambless et al, 1998). Sin embargo, el porcentaje de recaídas es muy alto y los informes indican que la mejora del bienestar subjetivo deja que desear (Christensen, 1999). Si bien la terapia de pareja ha pasado por una fase de impasse (Jacobson & Addis 1993; Gottman 1998), en el intento de superación de estas limitaciones, se han ido añadiendo factores en las intervenciones, incorporándose últimamente elementos básicos en la relación interpersonal como son la intimidad y la emoción (Christensen, Jacobson, Babcock, 1995, Jacobson, Christensen, 1996, Cordova y Scott, 2001). No hay que despreciar la influencia que en ello ha tenido el desarrollo de otras terapias, no estrictamente cognitivo conductuales, que han demostrado su eficacia de forma empírica (Greenberg y Johnson, 1988; Snyder y Wills, 1989; Weissman et al., 2000).
Otro factor de influencia que se va plasmando en los últimos años son las investigaciones de la psicología social, que hasta hace relativamente poco no tenían reflejo directo en la terapia (O’Leary y Smith, 1993); pero que se están incorporando en la última década (Johnson y Lebow, 2000).
Se podrían ver estos avances como una mera acumulación de métodos y técnicas sin una guía que los dé sentido. Si bien la terapia de pareja cognitivo conductual ha partido de datos empíricos buscando desde ellos una teoría que los explique (Cáceres, 1996), la consideración de la estructura de la pareja en sus dos vertientes básicas, como ente social y como relación diádica interpersonal, permiten integrar, encuadrar y comprender los últimos avances y aportaciones e intuir los caminos por los que va a discurrir su desarrollo futuro. En este artículo se plantean aspectos generales de la estructura de la pareja como ente social y relación diádica; desde ellos se obtiene un marco en el que se encuadran los conflictos, las áreas en que se producen, sus formas y consecuencias. El mismo planteamiento proporciona una visión que ayuda a comprender las soluciones que les ha dado la terapia de pareja cognitivo conductual, su eficacia y limitaciones y como las últimas aportaciones han ampliado el campo de acción terapéutico, actuando sobre aspectos de la estructura de la pareja que trascienden la mera acción sobre el conflicto. Esta perspectiva permite también intuir los pasos futuros que se darán para ir mejorando en los tratamientos de las parejas.

La pareja como ente social

Vista desde la sociedad la pareja es una entidad basada en la relación entre dos personas. Como ente social la pareja se comporta como una unidad y es reconocido así por los que los rodean. Es dentro de la pareja como institución social donde se producen las relaciones diádicas entre sus miembros. Las leyes, los usos y las costumbres marcan y definen unas características básicas en la pareja, como el compromiso que une a sus miembros, y le asignan una función social, influyendo decisivamente en la forma y contenido de las relaciones entre sus componentes.
Hasta hace poco la inmensa mayoría de las parejas estaban constituidas por un par de personas de distinto sexo que en función de distintas razones decidían compartir su cuerpo, apoyarse mutuamente en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la alegría y en la tristeza, hasta que la muerte los separase. La pareja era un matrimonio que tenía como objeto social la creación de la familia y plasmaba sus intenciones legalmente en un contrato matrimonial. Actualmente ninguna de las dos cosas es necesaria para que un entorno social considere que dos personas constituyen una pareja; muchas parejas no tienen intención de formar una familia y no plasman su relación por medio de un contrato explícito. El concepto de pareja se ha hecho más amplio.
El papel de la pareja y la familia en la sociedad ha ido cambiando a lo largo de los tiempos. En los últimos doscientos años, la familia ha pasado de unidad de producción a unidad de consumo (Kearl, 2001). Cada miembro de la familia obtiene los ingresos de forma independiente y en la familia se comparten los bienes de consumo, comida, vivienda, etc. La existencia social de la pareja implica que en muchos aspectos mantiene una conducta común, única, y que existen una serie de bienes sobre los que mantiene una propiedad y un uso común. Ante la sociedad emplea el “nosotros” como responsable de la propiedad y de las acciones.
Actualmente se supone que el objetivo implícito con el que cada miembro se incorpora a la pareja es hacer la vida más feliz y plena al otro y recibir un trato análogo. Para ello intercambian conductas y comparten, desde un punto de vista social, una serie de bienes y actividades. Lo hacen de forma prioritaria, llegando esta prioridad a ser un compromiso de exclusividad. Algunos de los bienes y actividades que comparten son:
El cuerpo. Es la característica más específica de la pareja. Las parejas se distinguen porque comparten cada uno el cuerpo del otro. Las relaciones sexuales de los miembros de la pareja se plantean de forma exclusiva entre ellos mientras la relación existe. Es más, generalmente cuando se dan relaciones sexuales fuera de la pareja, se pone muy seriamente en peligro la continuidad de la pareja.
Bienes económicos. Existe un compromiso económico por el que se comparten diferentes bienes. Se suele tener una vivienda en común, aunque actualmente son frecuentes las parejas que tienen casas diferentes y alternan la vida en común durante periodos cortos, por ejemplo fines de semana o vacaciones, con la vida separados, cada uno en su piso. Llevan una relación de noviazgo eterno, en la que no existe el proyecto de profundizar y compartir nada más.
  • El compromiso de compartir bienes económicos puede estar respaldado de forma legal o no; en las parejas de hecho, no existe compromiso legal de compartir bienes y generalmente ni siquiera se pacta explícitamente las reglas que se van a seguir.
  • Hay que resaltar la parte de logística que tiene compartir bienes de consumo. Por ejemplo, si se comparte un piso es preciso determinar quien se encarga de cada tarea doméstica. Actualmente es un foco importante de conflicto en las parejas, quizás por la poca cultura que tienen los hombres de hacer tareas domésticas (Fishman y Beach, 1999).
  • Existen otros elementos que se comparten de alguna forma como el prestigio social, los amigos, pero no se hace de forma exclusiva y la variación del grado de una pareja a otra es muy grande. Por ejemplo la exclusividad a la hora de compartir el tiempo de ocio ha cambiado notablemente; si bien no ha sido nunca determinante para el hombre, ahora cada vez es menor la exigencia y mayor la libertad de cada miembro de la pareja para tener sus momentos de ocio independientes. Hay que tenerlos en cuenta porque priorizar la seguridad económica en el caso de las mujeres o el prestigio social en el caso de los hombres puede dar lugar a distorsiones importantes y a conflictos a largo plazo.

Apego en las relaciones de pareja

No solamente se comparten bienes también se intercambias conductas, así, un aspecto muy importante es el apoyo mutuo. Se plasma en la fórmula de estar juntos en la salud y la enfermedad, en las alegrías y en las tristezas. El otro es el principal sostén ante las dificultades y amenazas de la vida y el apoyo en el desarrollo personal y social.
Nuestro aprendizaje de cómo es en la pareja ese apoyo mutuo se da dentro de la familia en la que nacimos. Una de las primeras conductas que desarrollamos en ella es la de apego. La conducta de apego fue definida por Bowbly (1969) como la búsqueda de protección ante amenazas externas y, en el niño, se concreta de forma principal en buscar la protección de la madre.
Dentro del apego se han considerado las conductas de búsqueda de ayuda y la respuesta que ha obtenido. Así, en su medida, se incluyen factores como la disponibilidad de los padres, su aceptación, su respeto y la facilitación de la propia autonomía, la búsqueda de ayuda en situaciones estresantes y la satisfacción que se encuentra en el auxilio obtenido. El apego se plasma también en un interés en mantener las relaciones con los padres y el afecto que se siente por ellos (Kenny, 1985). Ya de adultos buscamos compañía para reducir nuestra ansiedad y para encontrar apoyo en situaciones amenazadoras (Moya,  1997). Una función social de la pareja es mantener y auxiliar al otro y lo que se haga y como se haga va a estar relacionado con las conductas de apego que aprendimos en la infancia y las respuestas que obtuvimos. e incluye las funciones que dan lugar a las conductas de apego y así lo reconoce la sociedad en las ayudas económicas que se dan en caso de fallecimiento del cónyuge.
Las motivaciones alrededor del apego son una causa importante del mantenimiento o disolución de las parejas. El peso que tiene en la constitución de la pareja se ha empezado a tener en cuenta en la terapia (Johnson y Greemberg, 1985; Lawrence, Eldridge and Chistensen, 1998).
Compartir estos bienes y actividades es lo que define a la pareja como ente social. En cada sociedad existen normas que fijan la forma de hacerlo. Pero las exigencias sociales son menores cada vez y con frecuencia creciente las parejas fijan sus propias reglas al margen de los usos y costumbres vigentes, definen, implícita o explícitamente, que bienes y actividades comparten y hasta que grado lo hacen; muchas veces pensando que situarse fuera de la norma les va a ayudar a no tener los problemas que están en la raíz de los fracasos en la convivencia.
En cualquier caso es necesario establecer una forma de compartir que tiene que funcionar, compaginando los intereses personales de cada miembro de la pareja.

Objetivos personales en la pareja y relaciones de dominancia

Cuando se constituye la pareja cada miembro persigue unos objetivos, implícitos o explícitos, que quiere obtener en la relación. No son objetivos inmutables en el tiempo, a lo largo de la vida de la pareja cambia su importancia dependiendo del desarrollo individual y social o de la fase en que estén, si se tienen hijos pequeños o ya mayores, si se está jubilado, con presiones económicas, etc. (Lawrence, Eldridge y Christensen, 1998). Inicialmente tiene mucha importancia el sexo y luego van tomando preponderancia otros factores como aspectos conversacionales o afectivos (Cáceres, 1996, pg. 36). Los objetivos de ambos tienen que conjugarse y coordinarse en todo momento para que la pareja pueda funcionar. Cuando no están armonizados aparecen problemas. (Epstein et al, 1993)
El manejo del dinero compartido puede ser un ejemplo de cómo funciona la pareja como ente social. Las necesidades y objetivos que cada miembro quiere resolver con el dinero se explicitan en la comunicación y comprensión mutua y tiene que existir un método para fijar las prioridades a las que se va a aplicar la cantidad disponible. La forma de fijarlas es un reflejo del reparto de poder en la pareja. No se trata de que se establezcan unas prioridades objetivamente razonables o equitativas, sino de que sean aceptadas y aceptables por los dos. Como ente social se acaba tomando una decisión conjunta y coordinada.
No es el dinero el único elemento en el que se reflejan las relaciones de poder, en realidad se dan en todos y cada uno de los bienes que se comparten. No tienen porqué ser siempre las mismas; por ejemplo, mientras que en los gastos lleva la voz cantante un miembro en las relaciones sociales, puede ser el otro. En el mundo interno de la pareja uno de los miembros puede tener más capacidad para conseguir que el otro acepte hacer lo que él quiere. Se establece una estructura de poder, definido como la capacidad para influenciar a los otros para que hagan lo que uno quiere (Harper, 1985). Pero el poder depende del manejo de los recursos que uno tiene.
La estructura de poder en la pareja se plasma en las relaciones de dominancia. Su importancia en la pareja y en sus conflictos ha sido ampliamente reconocida. Así Gottman (1979) propuso que la dominancia es un elemento fundamental en el equilibrio de la pareja y que si no se establece una relación de dominancia los problemas están asegurados. El problema que se da con este concepto es su circularidad. Gottmann (1979) define dominancia como una asimetría en las predicciones de la conducta que sigue a la conducta del otro. Esto es, “cuando la conducta de una persona, A es predecible desde la conducta de una persona B, se dice que B es dominante sobre A”. Esta definición tiene como problema que la conducta de sumisión predice, en general, el cese del ataque del individuo dominante. Por ello aplicando la definición anterior el individuo que se somete sería dominante sobre el otro. La definición de dominancia que se centra solamente en la conducta da lugar a ambigüedades, que se resuelven si se tiene en cuenta el resultado del enfrentamiento en cuanto a quien se queda en posesión del recurso en disputa.
Citando una definición más operativa Sluckin (1980) menciona a Thompson (1967), que utiliza un criterio amplio para definir dominancia. Se da dominancia en una interacción cuando un niño
“físicamente gana una lucha, desplaza a otro niño de su lugar, acaba teniendo un objeto que desean mutuamente, o que controla de forma obvia la conducta del otro niño, normalmente a través de órdenes verbales.”
Parece claro que, si bien ni la presencia de una estructura de dominancia ni su ausencia es la causa determinante de los conflictos en la pareja (Gottman, 1998), tener resuelta de forma satisfactoria para ambos la toma de decisiones contribuye a su estabilidad. Los problemas surgen cuando las decisiones que se toman llevan a un resultado negativo para la otra persona. La negatividad se mide desde un punto de vista subjetivo y consiste, la mayoría de las veces, en una discrepancia entre las expectativas y los resultados. En general, es difícil establecer criterios objetivos de negatividad en las relaciones y en las interacciones (Cáceres, 1996). Como en cualquier entidad social las estructuras de poder perduran mientras no haya un cambio en las circunstancias que lleven a cuestionarlas, surge entonces el conflicto de poder que está latente en muchos de los problemas de pareja.

Comunicación y resolución de problemas

En cualquier caso, como se actúa socialmente como una unidad, hay que decidir una conducta única para ambos. Para hacerlo de forma armoniosa tiene que darse una buena comunicación que permita el reconocimiento y evaluación de los objetivos, pensamientos y necesidades de cada miembro de forma conjunta. La terapia cognitivo conductual ha incorporado clásicamente el entrenamiento en habilidades de comunicación como un elemento importante para resolver los conflictos en la pareja (Costa y Serrat, 1982). Hay que tener en cuenta que las competencias que se requieren para tomar una decisión son distintas de las que se necesitan para desarrollar la intimidad. Podríamos comunicarnos bien con la pareja para poder tomar decisiones, pero no para compartir sentimientos o emociones.
La solución de los problemas que se presentan a la pareja tiene que partir de que los dos son capaces de comunicarse y necesitan también tener capacidad de generar alternativas y valorarlas para la consecución del fin propuesto. Para ello son precisas habilidades de resolución de problemas. Si faltan es necesario un entrenamiento, que ha sido abordado con éxito por la terapia cognitivo conductual clásica (Costa y Serrat, 1982).

El compromiso en la pareja

El compromiso es la decisión de pertenecer a un ente social, la pareja. Es la decisión de que, pese a las dificultades que surjan, se va a continuar en pareja luchando de forma eficaz contra los problemas (Beck, 1988). La decisión que implica el compromiso con la pareja es personal, pero se mantiene muchas veces por razones de tipo social, por creencias religiosas, por costumbres y presiones sociales de la familia de origen o del contexto en el que se vive.. Cuando el divorcio estaba prohibido y la presión social en contra de las separaciones era muy fuerte, se obligaba a mantener unas relaciones negativas y destructivas para la persona, sobre todo para muchas mujeres. Actualmente la sociedad ha dejado de hacer presión, y los medios de comunicación social rebajan los aspectos aversivos de las separaciones; magnifican su número e ignoran sus efectos en nuestra salud física y mental. Mantener la decisión formar una pareja hoy no nos condena al sufrimiento cuando se hace insoportable, es posible la ruptura y la presión social para evitarla es cada vez menor.
Es indudable que, cuando se van compartiendo cada vez más bienes y conductas, el compromiso se va haciendo más fuerte. Cuando se compra el piso en común se ha dado un paso importante en el compromiso con la pareja, que se incrementa cuando se tienen hijos, etc. Las decisiones parciales van fortaleciendo la decisión global de permanecer y luchar por la pareja, la separación se hace cada vez más dura y difícil. Las condiciones económicas son un factor que pesa en la continuidad de la pareja, la separación conlleva una disminución del estatus económico de ambos y puede ser muy grave para aquel que tiene menos recursos económicos  y que suele coincidir con el que más ha invertido en la pareja, por ejemplo dedicando tiempo al cuidado de los hijos, o sacrificando la carrera profesional por seguir al otro...
Finchan y Beach (1999) señalan la importante influencia que tiene el compromiso con la pareja sobre la resolución de conflictos.  Un mayor compromiso ayuda a acomodarse y a soportar las conductas negativas del otro. Tanto las parejas armoniosas como las que no lo son tienden a entrar en el proceso de reciprocidad negativa, es decir, respondiendo a respuestas negativas con respuestas negativas porque es lo que menos esfuerzo conlleva. Cuando el compromiso es grande, y no hay presión de tiempo, se hace un mayor esfuerzo para responder constructivamente. Si un miembro no percibe el compromiso del otro, entra con más probabilidad en una relación de quid pro quo que lleva a la reciprocidad negativa que deteriora a la pareja..
La importancia del compromiso la reconoce Sternberg (1986), que lo incluye como uno de los componentes del amor e independiente de otros como el enamoramiento o la intimidad, en su teoría triangular del amor (véase más abajo).

Teoría triangular del amor

En relación con las ideas expresadas en los apartados anteriores Sternberg (1986) plantea su teoría triangular del amor, que ha obtenido cierta evidencia empírica (Lemieux y Hale, 2000). Para este autor el amor tiene tres componentes básicos, la pasión, el compromiso y la intimidad.
Las diferentes formas del amor (Sternberg, 1986, tomado de Moya, 1997)
Amor Triangular: compromiso, intimidad y pasión
La figura anterior muestra las diferentes formas de amor que se pueden dar en una pareja de acuerdo con la teoría triangular del amor de Sternberg.
La relación de estos conceptos con lo expuesto en este artículo hasta este punto es evidente. La pasión correspondería con el enamoramiento, y como este se dispara de forma rápida y también tiende a atenuarse velozmente. En la teoría el compromiso va creciendo de forma lenta a la par que se toman decisiones de compartir en pareja. El concepto de intimidad es más complejo en Sternberg, comprende conductas que aquí se han incluido en otros apartados como el apego, la comunicación o la dominancia.
Los conceptos que emplea esta teoría son complejos y no son independientes unos de otros. La pasión suele generar intimidad, el compromiso ayuda a la hora de crear la intimidad, la pasión y la intimidad pueden generar compromiso, etc. Si bien conceptualmente no existe una relación causal entre ellos si están conectados frecuentemente. Quizás sea esta la causa de que la validación empírica de la teoría, aunque existe, esté teniendo ciertas dificultades (Lemieux y Hale, 2000).

El conflicto en la pareja

En nuestra sociedad existe la certeza de que la relación de pareja está en crisis.  Existe el sentimiento social de que las relaciones de pareja están evolucionando y que el matrimonio como institución social está en proceso de cambio muy rápido. Factores sociales, como la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral o el control de la natalidad; con el resultado de una igualdad creciente entre hombre y mujeres, han influido profundamente en las relaciones entre los componentes de la pareja. Otros fenómenos agudizan el cambio, como el trabajo precario, las jornadas interminables, etc. que retrasan la formación de la pareja y la edad en la que se tienen los hijos y dificultan la comunicación y la construcción de la intimidad. Sobre la crisis de la pareja se manejan cifras que son por sí mismas aclaratorias, pero que es necesario matizar.

Como son los conflictos en la pareja

En condiciones estables en la pareja se establece un statu quo que permite la convivencia, aunque sea dura y aversiva. Es en los periodos en los que ocurren cambios importantes cuando es más probable que se desencadenen los conflictos graves. Cambios como la paternidad/ maternidad, el abandono del hogar de los hijos, la jubilación, alguna enfermedad grave, etc. pueden ser el desencadenante de un problema que en realidad puede llevar larvado mucho tiempo.
Claramente las parejas con conflictos tienen mayores discusiones e interacciones que son problemáticas y les es muy difícil encontrar una salida a la forma de enzarzarse. Desde un enfoque cognitivo conductual se han analizado con detalle como son los patrones de relación en las parejas con problemas, sobre todo en la comunicación y en las habilidades de resolución de problemas. Se ha estudiado empíricamente y de forma exhaustiva el tipo de interacción que ocurre asociada a la existencia de conflictos y que contribuye a perpetuarlos y se han identificado sus componentes conductuales, cognitivos y fisiológicos (una descripción más amplia de algunos de estos modelos se puede ver en Cáceres, 1996).

Conclusión

La estructura de la pareja, como entidad social y en sus relaciones diádicas, está determinada por la evolución y cambio de la sociedad y es diferente en cada contexto, religioso, económico o geográfico, pese al proceso de globalización en el que estamos inmersos. El conocimiento de la estructura de la pareja en cada situación social, permite a la terapia establecer áreas de actuación que van a aumentar su eficacia y ampliar su campo de acción. La consideración de los procesos sociales y diádicos sobre los que se construye una relación permite aclarar y enmarcar el proceso de avance que está siguiendo la terapia. Tener en cuenta las vertientes sociales de las relaciones interpersonales necesita una colaboración amplia entre los psicólogos clínicos y los psicólogos sociales, que seguramente se ha iniciado ya (Finchman y Beach, 1999b; Gottman, 2001), pero que hay que seguir incrementando.
Las líneas de avance propuestas, tanto por la terapia cognitivo conductual integradora como por la centrada en la emoción y las recogidas por Gottman (1998, 1999), dirigen el progreso de la terapia hacia el cambio de conductas relacionadas con las emociones y sentimientos, que hasta ahora no ocupaban un lugar principal entre los objetivos a conseguir, para ello proponen actuaciones directas sobre elementos básicos de la relación diádica como la intimidad y la validación o centrarse en conductas arraigadas y asociadas a fuertes emociones como son las conductas de apego. Actuar sobre el componente más cercano al amor y la pasión supone la consideración de la mejora del intercambio sexual, no como resolución de problemas patológicos, sino como mejora y potenciación del componente pasional de la relación, para no caer en la rutina y el aburrimiento y evitar que el enamoramiento y la pasión queden totalmente apagados con el tiempo.
La importancia de potenciar en compromiso con la pareja se ve en los resultados que consigue Halford (2001) con su terapia autorreguladora, porque los miembros de la pareja, cuando son conscientes de la importancia que tiene esta para conseguir sus propios objetivos se esfuerzan de manera eficaz en resolver los conflictos y continuar con la pareja, sin necesidad de intervenciones adicionales. Para incrementar el compromiso hay que tener en cuenta que su proceso de creación está compuesto de decisiones de ir compartiendo bienes y conductas con el otro, lo que les va uniendo en la consecución de objetivos e intereses y haciendo más difícil la ruptura y por tanto motivándolos a que incrementen los esfuerzos para continuar juntos. También hay que tener en cuenta que el compromiso tiene mucho que ver con la presión social que exista sobre la continuidad de la pareja y que estamos en una época en la que se minimiza la importancia del compromiso y de los esfuerzos que el conlleva.
Una faceta que va a tener mucho peso en la evolución de la terapia de pareja es su empleo en otro tipo de patologías, que hasta hace poco tiempo se trataban de forma exclusiva individualmente. El efecto que tiene en el tratamiento de la depresión es de sobra conocido, (Jacobson, 1991, Weisman et al., 2000). Al igual que los conflictos en la pareja pueden llevar a la depresión a sus componentes, se está utilizando la terapia de pareja para solucionarlo. La experiencia de la terapia interpersonal es prometedora también en otro tipo de trastornos, lo que es un índice de su expansión imparable por medio de su aplicación a otros problemas. En este sentido hay que tener en cuenta datos como que el desajuste matrimonial puede incrementa el riesgo y la gravedad de las recaídas después de un tratamiento exitoso de la depresión (Whisman, 2001).
Todas las terapias que se han mencionado en este artículo tienen una validación empírica, pero no hay que olvidar que cuando se hacen nuevas propuestas se continúa el proceso de contrastación; ya no se trata de comparar la intervención propuesta con listas espera o tratamientos placebo, sino que habrá que cotejarla con los resultados de una terapia que se ha mostrado eficaz.